La rutina no alcanza. Con la rutina se vive más tranquilo, pero la vida es más que eso. La rutina es importante, es el punto de partida, pero la vida merece condimentar la rutina con pequeños momentos de creatividad, humildes y espontáneos momentos de humanidad. Yo necesito rutina, pero necesito ahora un poco de sorpresa. Necesito que la frecuencia o el contenido den paso a lo artesanal. Qué lindo sería complementar la rutina con destellos de espontaneidad. Que se abra la puerta el jueves en vez del viernes, que las caricias nos desordenen el alma, o que surja una caminata cuando nos disponíamos a cumplir con la hora del helado.Algo espontáneo, algo que vaya más allá de los patrones de concordancia. Un gesto sin patrón, dictado desde adentro, por alguna extraña confluencia de elementos y no por la voz muda del almanaque o el tiempo inerte del reloj.
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