miércoles, 12 de febrero de 2025

La relación con la lectura

Hace poco me he vuelto a preguntar por qué leemos. Además de por simple placer o como herramienta de estudio e información, a veces leemos para no estar solos, por el entusiasmo que genera en nosotros la ilusión de encontrarnos con mundos alternativos que se nos presenten como más habitables. La lectura es un hábito más que “cultural”, es una forma de conexión con la magia y con los demás.


El factor tiempo nos quita cantidad de lectura, pero no inhibe el hábito de leer por completo porque no inhibe el deseo por completo.







¿Por qué refresqué esta pregunta que alguna vez me habían hecho? Por necesidad. Fue necesario volver a hacerla a partir de la premisa que surgió en una charla “La gente pobre necesita trabajar más horas y no tiene tiempo de leer” o lo que es lo mismo “hay que ser rico para leer”. No quisiera yo desaprobar por completo  esta premisa, pero es necesario meditar un poco sobre ella y deconstruirla ya que no se ajusta perfecto a la realidad.


Yo, soy pobre. O sea, trabajo en dos lugares, ando con el tiempo justo. Leo? Si, bastante. Y también conozco gente adinerada, con tiempo libre de sobra que no lee en absoluto. Vamos a tratar de pensar en esos factores que influyen en la lectura y veremos que algo del orden del deseo y de la percepción sale a la luz y debe por lo tanto ser incorporado a la ecuación. 


Cuando somos pequeños ya tratamos, a través del juego, de imaginar mundos posibles o bien de organizar lo conocido de un modo más amigable o manipulable emocionalmente. Tratamos de que la realidad, así como viene dada, no nos devore, no nos tome por completo. Es el deseo de ser una persona y no un mero repetidor de costumbres el que nos puede acompañar en mayor o menor medida durante toda la vida. Ahora bien, también es cierto que el tiempo apremia, las horas de ocio son escasas y necesitamos más tiempo de descanso muchas veces, lo que se traduce en estrés constante. Aún así. las personas que nos morimos por leer, logramos hacernos el espacio. Cómo es esto posible? El deseo, es el deseo el que busca su cauce y rompe con la realidad tal como se presenta conceptualmente. La realidad nos dice “no podés, estás muy ocupado” y el deseo dice “acomodaré mejor las cosas, fortaleceré la voluntad, despejaré el ocio de tanta pantalla vacía, de horas vanas de celular y transformaré el espacio recuperado en 2 horas de lectura”. 


La mejor capacidad de gestión de la energía surge, antes que nada, de poder identificar en qué no gastarla, qué cosas no valen la pena para ver, para leer, para estar, por el bien de uno mismo y a veces por el bien común.




Hay ejercicios de balance que nos sorprenderán: Si sumamos los minutos que pasamos en todas las app de redes (algunas tienen un tiempo diario), más las páginas webs (casi siempre de contenido chatarra), veremos que el tiempo en pantalla es ocio invertido y que podríamos reinvertirlo en lectura si así lo quisiéramos. Incluso me atrevo a pensar que ciertas personas que estaban muy ocupadas no leen, de tener más tiempo tampoco lo harían, porque el factor tiempo no es el único factor, si bien influye. El factor tiempo nos quita cantidad de lectura, pero no inhibe el hábito de leer por completo porque no inhibe el deseo por completo. La mejor capacidad de gestión de la energía surge, antes que nada, de poder identificar en qué no gastarla, qué cosas no valen la pena para ver, para leer, para estar, por el bien de uno mismo y a veces por el bien común.



Si tus ganas de leer son muy grandes “y no tenés tiempo”, soñarás que lees, pero tu deseo se hará notar de algún modo.










Tres factores: Para resumir las cosas, podría nombrar el tiempo disponible que determina las horas de lectura, que por cierto es poco y yo no lo niego. A esas horas reloj se le suman la percepción del tiempo, que estando tan ocupados percibimos desde lo traumático porque el estrés genera cansancio de solo pensar en tener que hacer algo más, como la lectura. Si trabajamos sobre esto y aceptamos hacernos espacios personales pequeños, esta percepción será más amable. Y el deseo, que si es promovido, pensado, y trabajado de manera personalizada, encontrará algún modo de realización aunque pequeño. Si tus ganas de leer son muy grandes “y no tenés tiempo”, soñarás que lees, pero tu deseo se hará notar de algún modo, como cuando te gusta alguien y te hacés tiempo para darle unas horas de amistad a esa persona. 


Una posible relación con la lectura: Claro que la lectura es un modo de relación, ya lo vimos, una relación con el deseo de mundos recreados, una relación con el tiempo y con la propia energía. Pero también es una relación con los otros, que se puede volver fuente de inspiración para encontrar ese momento de lectura. Tendrás una plaza en tu barrio, o cerca. Lo has pensado? Puedes llevar ahí un libro de poesías y leerle a un amigo en una fabulosa noche de verano o tarde de invierno. Yo a esto le llamo “ceremonia del picnic” y nunca falta una lectura. También se le podría llamar “picnic literario” si es que va a ser el momento de relación con las letras. En mi caso voy armando un pdf semanalmente, con recortes, poesías, frases, fotos que a veces yo misma saco, no es gran cosa, pero es algo así como una “revistita personal”, y con eso cargado en la tablet vamos hacia la plaza, a darle a los sanguches, la cerveza y las letras.


*Imagenes: Pintura de Van Gogh, Un granjero Leyendo. Foto de internet. Pintura de Robert Lewis Reid, Dos mujeres de lectura.

2 comentarios:

  1. Yo empecé a leer porque mi novio lo hace y me contagió. No leo tanto como él, pero sirve de puente que lo haga un poco y después cuando nos juntamos, comentamos. Creo que es una forma de voluntad que no hemos ejercitado (algunas personas).

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