Te escribo porque me di cuenta, el otro día, de que no alcanza el simple hecho de pensar, por más que piense de día y de noche.
Te escribo para conectar conmigo, no me leas. Te escibo, hermano de las letras, porque así tampoco llego a mí, pero me acerco y al acercarme descubro lo impensado.Lo impensado no es algo extravagante, puesto que lo extravagante puede imaginarse y consumirse. Lo impensado es todo lo que no puede pensarse suelto sino que puede pensarse en base a la letra, a la conexión con el papel o con el teclado o con la voz...
Te escribo como te hablo, no para que me respondas. Te escribo a lo lejos, a la sustancia amor. Y en la melancolía de la noche, aún más, te escribo.
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